Detrás de un hombre violento, hay un niño que no pudo llorar, pedir todo el amor que necesitaba ni ver su vulnerabilidad reconocida y aceptada por los demás.
Asegúrate de educar a los niños de tal forma que su masculinidad no esté ligada a la negación de sus emociones. Los niños necesitan llorar tanto como las niñas y son igual de sensibles que ellas.
No necesitamos en esta sociedad a hombres insensibles sino a hombres de corazón, capaces de expresar sus emociones y de comprender las de los demás.
Por tanto, la próxima vez que veas a un niño llorar, no le pidas que deje de hacerlo sino que dale el espacio, el sostén y la escucha para que exteriorice todo aquello que esté sintiendo.